miércoles, 28 de marzo de 2012

“¡Poniendo, poniendo!”


 ¡Poniendo, poniendo!”, era el lema que caracterizaba al periodista “volante” Antenor Diez Arias, más conocido en el ambiente deportivo como “Panduro”, ex árbitro de basquetbol, pero sindicado a la vez como “mecánico de balanza”, por colocar el fiel de la misma justo en el centro de “su conveniencia”, de acuerdo al “poniendo, poniendode los dirigentes de los clubes que pretendían el triunfo de sus colores. Claro, entre los dirigentes, todos eran tan pobres como el propio Panduro. El efectivo, pese a ello, tenía que aparecer. Es cierto también que Panduro, de mucha experiencia en “inclinar” canchas, había llegado a esa instancia de su vida como el “número 11” dentro de la cancha, muy chamuscado, por los pagos no efectivizados en clara alusión al célebre “empatil”, figura atribuido a los vecinos tucumanos, como creadores de la manía de “prometer y no cumplir”, la antítesis de Pocho Perón con su mentado mensaje “mejor que prometer es cumplir”, aun en temporadas de lluvias o en la franja invernal. Panduro había sido cana en su mocedad, y como tal, había tenido varios destinos, siendo Embarcación uno de ellos. Cuentan que cuando llegaba a la estación el tren ganadero por el ramal Formosa-Embarcación, descendían los dueños del ganado vacuno, todo muy bien “forrados” de guita acomodada en gruesas billeteras de cuero. Cuando se instalaban en los hoteles, esperaban la clásica visita del Comisario del pueblo, un hombre vestido de gaucho que alguna virtud psicológica tenía, por si venía mezclados con ellos algún “bandolero” o “cuatrero” buscado por la policía. Los ganaderos, formados en fila, cuando se acercaba el Comisario, “pelaban” la “pulsuda” y sacando un fajo de billetes se lo ofrecían en gesto de amistad. Por atrás venía en agente Panduro quien, con su rebenque, le tocaba la mano y le decía a uno por uno “guarde, guarde”. Finalizada la inspección, Comisario y agente retornaban a la sede de la “canaria”, donde Panduro solicitaba permiso a su jefe para ausentarse a tomar la merienda. Y rumbeaba para los hoteles e imponiendo su autoridad avalada con el uniforme, los formaba en fila y les decía poniendo, poniendo”, que el Comisario ayuda a los pobres y necesitados de la población.

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