“¡Poniendo,
poniendo!”, era el lema que caracterizaba al
periodista “volante” Antenor Diez Arias, más conocido en el ambiente
deportivo como “Panduro”, ex árbitro de basquetbol, pero sindicado a la vez
como “mecánico de balanza”, por colocar el fiel de la misma justo en el centro
de “su conveniencia”, de acuerdo al “poniendo, poniendo” de los dirigentes de los clubes que
pretendían el triunfo de sus colores. Claro, entre los dirigentes, todos eran
tan pobres como el propio Panduro. El efectivo, pese a ello, tenía que
aparecer. Es cierto también que Panduro, de mucha experiencia en “inclinar” canchas,
había llegado a esa instancia de su vida como el “número 11” dentro de la
cancha, muy chamuscado, por los pagos no efectivizados en clara alusión al
célebre “empatil”, figura atribuido
a los vecinos tucumanos, como creadores de la manía de “prometer y no cumplir”,
la antítesis de Pocho Perón con su mentado mensaje “mejor que prometer es
cumplir”, aun en temporadas de lluvias o en la franja invernal. Panduro había
sido cana en su mocedad, y como tal, había tenido varios destinos, siendo Embarcación
uno de ellos. Cuentan que cuando llegaba a la estación el tren ganadero por el
ramal Formosa-Embarcación, descendían los dueños del ganado vacuno, todo muy
bien “forrados” de guita acomodada en gruesas billeteras de cuero. Cuando se
instalaban en los hoteles, esperaban la clásica visita del Comisario del
pueblo, un hombre vestido de gaucho que alguna virtud psicológica tenía, por si
venía mezclados con ellos algún “bandolero” o “cuatrero” buscado por la policía.
Los ganaderos, formados en fila, cuando se acercaba el Comisario, “pelaban” la
“pulsuda” y sacando un fajo de billetes se lo ofrecían en gesto de amistad. Por
atrás venía en agente Panduro quien, con su rebenque, le tocaba la mano y le
decía a uno por uno “guarde, guarde”. Finalizada la inspección, Comisario y
agente retornaban a la sede de la “canaria”, donde Panduro solicitaba permiso a
su jefe para ausentarse a tomar la merienda. Y rumbeaba para los hoteles e
imponiendo su autoridad avalada con el uniforme, los formaba en fila y les
decía “poniendo, poniendo”, que el Comisario ayuda a los pobres y
necesitados de la población.
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