sábado, 17 de diciembre de 2011

La "globalización" en la década del 30

  La “globalización”, tan en boga ahora, era para Salta una realidad allá por los años de la década del 30, antes y después de ésta, de manera especial en las canchas de fútbol. El club atlético Libertad contaba con simpatizantes por doquier de cualquier nacionalidad, bolivianos en especial, y a uno de ellos está referida esta simpática anécdota.
Precisamente esta historia cuenta con la friolera de 8 décadas ya que aconteció en 1931, siglo y milenio pasado. El sábado 2 de mayo de 1931 jugaron Libertad y Talleres por el torneo anual liguista, ¿cancha?, bueno, había pocas con alguna comodidad. En este caso los aficionados debían ubicarse a ambos lados de las líneas verticales del “field”, ya que por esa época usábamos las denominaciones inglesas, pero todos sin ser académicos, entendían perfectamente el significado de “referee”, “linesman” (juez de línea), “golkeeper” (arquero), entre otros términos del argot futbolero. Pero existían hinchas con privilegios, aquellos que buscaban comodidad en las “plateas”, que no eran otra cosa que los árboles vecinos. Precisamente allí ubicó el “originario bolita” Casimiro “cocochero” Yarbe, que había trepado a ese altozano con dos botellas de vino. Y comentan que el del vecino país de la “cocarda”, portando éste un voluminoso “acuyico” y varios “salud” incluidos en el almuerzo, tuvo alguna dificultad en trepar por su estado de ebriedad, pero finalmente llegó a su “asiento”. Ferviente hincha de Libertad, de allí despotricaba contra el “referee” que “bombeaba” al club de sus amores que no conseguía gol alguno. Pero para el entusiasta Casimiro llegaría la hora de la recompensa cuando uno de los “footballer” de los “gauchos” de Libertad, con un soberbio bombazo, consiguió el anhelado gol. Claro que el Casimiro Yarbe, totalmente ebrio, pegó un salto de alegría y olvidándose de que su asiento no era una cómoda butaca, cayó estrepitosamente con su humanidad a tierra, “clavando” las “veinte uñas” para adorar de esa manera a la diosa Pachamama. Logró poner a salvo, eso sí, lo poco que le quedaba del segundo “tubo” y no desafió por segunda vez la elevada posición que ubicaba. “El coya lo’taba hata el anco, yo li vito subiseló con do boteya i’vino”, decía otro parroquiano, que también había consumido harto del morado líquido. El Yarbe, quedó con algunas lesiones, pero firme al lado de la cancha. ¿Cómo llegó a su casa este humano?, no se hagan problemas por eso: llegaban y bien. Tuvo suerte de no ser arreado a la “cana”. Cuando un uniformado se dirigió a “entroparlo” con el resto, el “cólega” le dijo: “No lo ramié a ese que lo’tá averiao. Se loa caído il’árbol y ayá lo va decilo que nosotro se lo mua sacudío el lomo. Dejalo en libertá al “bolita”.

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