Los pendencieros de siempre
Como
contrapartida, en los boliches cercanos a la estación de ferrocarril, la
muchachada no necesitaba montar un gimnasio en el fondo del negocio para
sacarse las ganas. Ahí mismo, en medio de las mesas, se sacudían los mocos con
tremendo puñetazos. Todo tenía su fin, pero muchas veces la cordura llegaba con
los duros y bien asestados garrotes de los “canas” que así entraban en calor
cuando hacía frío; claro, el otro tramo, consistía en transportar a los
revoltosos a la “cana”, “gayola”, “hotel del gallo” y cuantos nombres más tenía
la temida “jaula”, que no era otra cosa que el calabozo. En esos años la “cana”
carecía de los famosos “celulares”, donde se entraba y se salía por atrás.
Tampoco el ahora mentado 911, aunque comentan que algunas veces también es muy
moroso en llegar. “Pero Carcaj, si lo
hablá i’deporte, ¿qué lo tiene que velo la “cana” en eto?” Respuesta: domingo 21 de febrero 2010, partido
Central Norte-Gimnasia y Tiro. Vamos muchachos, multipliquen “cuervos” X multa
= 4.000 dólares y la “yapa”. A propósito de dólares, muchos en el mundo tratan
de investigar cuando los blancos en Estados Unidos lo “tiñeron de negro” a Obama. Otro dato: atenti al dibujo de
la nota, porque bien o mal vestidos los contraventores, siempre tenían las
piernas dispuestas a tranquear largo y firme en cualquier lugar del mundo, para
ponerse a salvo del o los uniformados. Y uno sólo, sin compañía alguna, se
bastaba solo para ahuyentar a los pendencieros de siempre.
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