sábado, 17 de diciembre de 2011

Los pendencieros de siempre

  Como contrapartida, en los boliches cercanos a la estación de ferrocarril, la muchachada no necesitaba montar un gimnasio en el fondo del negocio para sacarse las ganas. Ahí mismo, en medio de las mesas, se sacudían los mocos con tremendo puñetazos. Todo tenía su fin, pero muchas veces la cordura llegaba con los duros y bien asestados garrotes de los “canas” que así entraban en calor cuando hacía frío; claro, el otro tramo, consistía en transportar a los revoltosos a la “cana”, “gayola”, “hotel del gallo” y cuantos nombres más tenía la temida “jaula”, que no era otra cosa que el calabozo. En esos años la “cana” carecía de los famosos “celulares”, donde se entraba y se salía por atrás. Tampoco el ahora mentado 911, aunque comentan que algunas veces también es muy moroso en llegar. “Pero Carcaj, si lo hablá i’deporte, ¿qué lo tiene que velo la cana” en eto?” Respuesta: domingo 21 de febrero 2010, partido Central Norte-Gimnasia y Tiro. Vamos muchachos, multipliquen “cuervos” X multa = 4.000 dólares y la “yapa”. A propósito de dólares, muchos en el mundo tratan de investigar cuando los blancos en Estados Unidos lo tiñeron de negro” a Obama. Otro dato: atenti al dibujo de la nota, porque bien o mal vestidos los contraventores, siempre tenían las piernas dispuestas a tranquear largo y firme en cualquier lugar del mundo, para ponerse a salvo del o los uniformados. Y uno sólo, sin compañía alguna, se bastaba solo para ahuyentar a los pendencieros de siempre.

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